Guatemala, tu nombre
Hace mucho tiempo
que amo las cosas de mi tierra:
sus tinajas
sus palomas de Chinautla
sus marimbitas de tecomates
y sus marimbonas cuaches.
Toda esa lista interminable
de objetos
que salen de las manos milagrosas
de mi gente:
sus huipiles de Nebaj
de Cobán
de San Antonio Aguascalientes
o de cualquier triste pueblito.
Amo también la poesía encerrada
en sus cacharros
sus perrajes inolvidables
sus pitos de pobre
para niños de arcilla
sus mariposas, frutas, pájaros de
barro,
sus guacales y chinchines
pintados sobre las cabezas
rotundas
de los morros
y las máscaras terribles
del nagual
del brujo
y de la bella de Tecún.
¿Para qué seguir hablando?
Si lo cierto es que nunca
había metido a Guatemala en mis
poemas.
¡No cabía duda con toda esa
indiada!
Pero hoy,
vino Juan a contarme
--en ese su español tan
chapurreado—
que su pequeño Catalino
echa sangre por la boca.
Tengo que gritar
que la rabia, la vergüenza,
me cayeron en la cara
como una lluvia de pedradas
y se me volvió un trapo la lengua
cuando quise repetir el herido,
dulce nombre
de la patria.
Extraído
del libro “Poeta Solo” por Carmen Matute, escritora guatemalteca
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